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Remontada épica del PSG para soñar con la Champions

El partido tan paradójico de Neymar encuentra su origen muy pronto, en el minuto tres. El brasileño, mano a mano, perdona el tanto. No sería excepcional. En los primeros cuarenta y cinco minutos tuvo otras dos opciones de gol solo ante Sportiello. A cada cual más clara, y cada fallo más grosero. Tres gigantes errores que pudieron cambiar el transcurrir del partido y que contrastaron con una actuación sobresaliente del brasileño. Sin Mbappé ni Verrati, Neymar se movió con inteligencia por ambas bandas y bajó a recibir al centro del campo en numerosas ocasiones. Brillante en el juego de espaldas y desequilibrante con sus eslálones, de sus botas nacieron todas las jugadas de peligro de un PSG sin ideas, excepto las del ’10’.

De ese bloqueo tuvo mucha culpa el Atalanta, fiel a su estilo. No decepcionaron los de Gasperini. Presión en campo contrario hombre contra hombre, dos carrileros -Gosens y Hateboer- insistentes en buscar la línea de fondo, el Papu moviéndose entre líneas con astucia y valentía para tiar la línea defensiva lo más cercana al centro del campo. Ingredientes todos ellos que obligaron al PSG a abusar del balón en largo y de vivir de las acciones individuales de Neymar, tiradas a la basura por la repetida falta de definición del brasileño.

Justo lo que no hizo el Atalanta, que ni siquiera tuvo que fabricarse numerosas ocasiones de gol para adelantarse en Da Luz. Con su pócima favorita, la presión en la salida del balón del rival, se apuntó el 1-0. Zapata provocó el error del Kimpembe y, con algo de suerte en el rebote, el balón le llegó a Palisic, que libre de marca en el vértice del área la puso de primeras con su pierna izquierda en la escuadra derecha de Keylor. El croata se cambió los papeles con Neymar.

Tras el descanso, partido plano hasta el minuto 60, que Tuchel y Gasperini agitaron el árbol. Mbappé al campo y Papu Gómez al banquillo. La media hora prometida para la estrella gala y el líder de Atalanta, agotado y dolorido, sin más gasolina que dar. Fue esa media hora final de claro dominio del PSG pero de agónico desacierto. Como Neymar, Mbappé tuvo también dos mano a mano que perdonó con disparos inocentes.

El Atalanta no pasaba del centro del campo. El 1-0 le valía y los calambres invadían sus piernas fatigadas. Tocaba cortar el juego, defender agrupado y ser generoso en el esfuerzo. Y lo fue. También manejan los de Gasperini el registro italiano de toda la vida, pero el cupo de trabajo más suerte murió en la orilla. El en 90, disparo en semifallo de Neymar y Marquinhos empala a la red. Dos minutos después, Neymar al espacio, Mbappé asiste y Choupo Moting culmina la remontada exprés. Neymar, en el principio y en final. De ambos goles y del partido. A semifinales 25 años después. ¿El destino quiere decirnos algo? La Champions tiene la respuesta.

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