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Donald Trump ha amenazado con emprender acciones legales para evitar que se contaran votos pasado el día de las elecciones

La pandemia de coronavirus tuvo como resultado una temporada electoral sin precedentes en Estados Unidos, con récords de votaciones por adelantado que obligaron a los estados a hacer cambios en sus acostumbrados procedimientos electorales y provocaron cientos de demandas sobre cómo depositar los votos y qué boletas se contarán.

Los centros de votación empezaron a abrir el martes en la costa este del país mientras las autoridades electorales advertían que los millones de votos presentados a distancia podrían alargar el conteo, quizá durante días, en algunos estados cruciales en disputa. El presidente Donald Trump ha amenazado con emprender acciones legales para evitar que se contaran votos pasado el día de las elecciones.

En medio de esas disputas, decenas de millones de estadounidenses siguieron las recomendaciones de actuar deprisa, motivados por el temor a demoras en el Servicio postal y preocupados porque el virus se extendiera en los abarrotados centros de votación.

“Cueste lo que cueste”, dijo Kristen Clarke, directora ejecutiva del Lawyers’ Committee for Civil Rights Under Law. “Parece que esa ha sido la actitud que han necesitado los votantes para asegurarse de que sus voces se escuchan este año”.

Al menos 98,8 millones de personas votaron antes del día de la elecciones, en torno a un 71% de los casi 139 millones de votos presentados en los comicios presidenciales de 2016, según datos reunidos por The Associated Press. Dado que algunos estados, como Texas, ya habían superado el número total de votos de la elección pasada, los expertos esperaban una participación récord este año.

Los que aún no habían depositado su voto se dirigían el martes a los centros de votación pese a otro repunte en los casos de COVID-19 en buena parte del país. Entre ellos había votantes que quizá querían votar por correo, pero tardaron demasiado en solicitar las boletas, o que no las recibieron a tiempo.

Era probable que otros acudieran convencidos por los mensajes del presidente contra el voto por correo o simplemente prefirieran hacerlo en persona. Los demócratas dominaban en el voto por correo, de modo que se esperaba que una gran parte de los votos depositados el martes fueran republicanos.

En los meses previos al día decisivo, las autoridades electorales tuvieron que lidiar con una pandemia que ha infectado a más de 9 millones de estadounidenses y matado a más de 230.000, forzando cambios sistémicos sobre la marcha y apenas sin fondos federales. Entre tanto, Trump intentó de forma reiterada socavar la confianza en las elecciones con afirmaciones sin base de fraude electoral generalizado.

El mandatario ha señalado en concreto al disputado y crucial estado de Pensilvania, después de que la Corte Suprema autorizara —al menos por ahora— una ampliación de tres días para recibir y contabilizar votos a distancia. Durante el fin de semana, Trump dijo que en cuanto cerrasen las urnas el martes, “entraremos con nuestros abogados”.

La desinformación sobre procedimientos electorales, las preocupaciones sobre confrontaciones en centros de votación y los reportes de demoras en oficinas de correos también empañaron los días previos a las elecciones.

“La mirada del público estadounidense y del mundo está sobre las autoridades electorales mientras manejamos unas elecciones libres y justas en este momento sin precedentes”, dijo la secretaria de Estado de Nuevo México, Maggie Toulouse Oliver, que también es presidenta de la Asociación Nacional de Secretarios de Estado. “Estén tranquilos, estamos listos. Nos hemos coordinado con todos los niveles del gobierno y estamos en comunicación constante para garantizar unas elecciones sin incidentes”.

El grupo ha trabajado con la Asociación Nacional de Directores Estatales de Elecciones para ayudar a combatir la desinformación y reforzar una infraestructura puesta a prueba por el voto anticipado masivo y las precauciones de la pandemia.

Los responsables electorales de unas 10.000 circunscripciones se apresuraron a comprar equipo de protección personal, buscar puntos de votación más grande, sustituir a trabajadores mayores que decidieron no participar en los comicios de este año por motivos de salud y añadir personal temporal para gestionar la avalancha de votos por correo.

La mayoría de los estados, incluso los que tenían normas sobre el uso de mascarillas, evitaron obligar a los votantes a llevarlas. En su lugar, instaron a los votantes a utilizar mascarillas y ofrecieron opciones a los que se negaban.

“Diez mil funcionarios electorales, locales de cada comunidad del país, se han adaptado y planeado estas elecciones en un tiempo récord y están trabajando muy duro para contar cada voto legítimo”, dijo Noah Praetz, exfuncionario electoral en Illinois que ha ayudado a las oficinas de votación a adaptar sus procesos este año. “Están identificando incidentes poco habituales de mal comportamiento, y se están asegurando de la integridad de estas elecciones”.

Dados los cambios de última hora y la naturaleza descentralizada de las elecciones en Estados Unidos, se esperan contratiempos. En todas las elecciones hay equipamientos con no funcionan, centros de votación que abren tarde y filas que se alargan, especialmente en zonas urbanas.

Se esperaba que las filas del martes fueran aún más largas por las normas de distanciamiento social, y podrían agravarse si muchos votantes que solicitaron votar por correo deciden que prefieren hacerlo en persona.

En algunos estados, a esos votantes se les pedirá que depositen una boleta provisional, que finalmente se contará si el votante es legítimo y no votó antes. Pero esto también provoca un largo proceso de comprobaciones, lo que supone retrasos en el conteo. El lunes aún no se habían recibido millones de boletas por correo, incluidas 1,3 millones en Florida y 700.000 en Pensilvania.

Las autoridades electorales han hecho hincapié en que, si bien las largas esperas no son aceptables, las filas no implican que haya ningún tipo de fallo generalizado. También advirtieron que podrían producirse incidentes aislados de intimidación de votantes dada la acritud política de este año, pero que había salvaguardas preparadas y los votantes no debían tener reparos a votar en persona.

“Hay mucho por lo que estar enojado y que reparar tras el Día de las Elecciones”, dijo Wendy Weiser, directora del programa de democracia en el Brennan Center for Justice. “Pero pese a esas tensiones sin precedentes, el sistema pudo coordinarse y ajustarse a este increíble aumento de votos. Eso requirió mucho ingenio, compromiso con la democracia y trabajo duro, especialmente de nuestros funcionarios electorales”.

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